A finales de 1942, en el pueblo de Rubio, a veinticuatro días del mes de diciembre, en la casa de mis padres se decidió mi viaje a Caracas para ingresar al honorable cuerpo de la Guardia Nacional. El destino me pedía atender el llamado a Villa Zoila.
El día 26 de diciembre papá y yo salimos para San Cristóbal, llegamos a casa de don Sacarías Bonilla. Allí estaba don Eugenio Gutiérrez. Don Sacarías y papá eran compadres.
Don Eugenio y don Sacarías sabían que yo saldría al día siguiente para Caracas a presentar el examen de admisión en Villa Zoila. Ellos me obsequiaron cada uno cien bolívares «tome Rafaelito para que se ayude, que le vaya bien, que tenga éxitos y Dios lo acompañe».
A las cinco de la mañana nos fuimos a la plaza Bolívar a tomar el autobús, para Caracas. Ese primer viaje me llevó a conocer nuevos lugares, yo sólo había ido hasta La Grita. En el páramo El Zumbador tomamos café, hacía mucho frío y un fuerte viento. Continuamos el viaje, llegamos a La Grita y de allí salimos vía el páramo de La Negra, luego bajamos a Bailadores y Tovar, pasamos por Estanques y llegamos a Mérida donde pernoctamos.
Al día siguiente salimos muy temprano, la primera parada de ese día fue en Mucurubá, al pasar por Mucuchies el pueblo celebraba la fiesta de san Benito, proseguimos a San Rafael, seguimos hacia el pico del Águila el lugar más alto de la carretera trasandina, paramos en Timotes, de allí pasamos a Valera donde pernoctamos.
Al otro día nos enrumbamos vía Barquisimeto, y luego a San Felipe donde pasamos la tercera noche. Al amanecer continuamos hacia Taborda, allí vimos por primera vez el asfalto, dejamos las carreteras de tierra atrás. Para mi llegar a Taborda y ver por primera vez el mar es uno de los recuerdos más hermosos que guarda mi corazón. Pasamos luego Bárbula, Maracay, Valencia, Los Teques y por fin; Caracas.
El 30 de diciembre pise la tierra de Bolívar. En casa de mis primos me acompañaron al telégrafo avisando a mi familia mi llegada, sano y salvo a Caracas. Fue el primer 31 de diciembre que pase lejos de mis padres, pero me arme de valor, porque sabía que de ser Guardia Nacional pasaría a ser un hijo de la patria a la que le dedicaría mi existencia y vida.
El día 2 de enero invite a mi primo Miguel para que me acompañara a Villa Zoila, para de esa manera ir aprendiendo a trasladarme hasta allá y averiguar sobre el examen de admisión, hice las diligencias necesarias y me informaron que el examen sería el 4 de enero en la mañana, primero sería el examen médico y luego un examen oral, presentaríamos por grupos de más o menos 20 personas. Ese año hubo 200 aspirantes, para seleccionar 50, ya que ese año la capacidad de matrícula bajó de 100 a 50. El día del examen conocí muchos de los aspirantes, entre ellos me encontré con dos compañeros de Rubio; Luis Eduardo Angulo Reina y Rogelio Nieto Barreto que también iban a presentar el examen.
Cuatro días después del examen de admisión nos dieron los resultados en el patio de Villa Zoila donde esperábamos con mucha ansiedad, recuerdo aún ver salir el oficial de planta, al teniente José León Rangel con el listado en la mano, leyó con parsimonia la lista de aceptados y entregó los documentos a los que no fueron seleccionados. Yo quedé entre los afortunados para estudiar en la Escuela. Los dos amigos de Rubio también quedaron.
En esos días habían regresado los estudiantes del 5º Curso de la Guardia y el 4º de Investigación y observamos la revista gimnástica, que por cierto era filmada por la Bolívar Films, allí no sólo vi por primera vez una cámara de filmación, sino aprendí mucho sobre la Instrucción Militar. Mientras iniciamos nuestra entrada formal a la Escuela los alumnos salientes nos facilitaban los apuntes de clase, de gran utilidad para nosotros que lo tomamos como guía para ese nuevo camino que nos disponíamos transitar.
Antes de ingresar a la Escuela busque conocer Caracas, en mis salidas tenía por costumbre pasar por la plaza Bolívar, porque casi siempre encontraba a alguien conocido, un día al pasar por el hotel Quimera me encontré con el mayor Guillermo Isea Chuecos, comandante de la guardia nacional con sede en San Antonio del Táchira y por supuesto que me acerque a saludarlo, él recordó quien era yo, le comente que ya había presentado el examen y había sido seleccionado y me dijo: «Ahora mismo voy a almorzar con el teniente coronel Luis Vega Cárdenas, director de la escuela, venga para presentárselo». Fui a la cita y allí el teniente coronel Vega Cárdenas me dijo: «Muy bien jovencito, ya tendremos oportunidad de vernos en la Escuela».
Creo que la historia militar ha sido injusta y olvidadiza con mi teniente Coronel Vega Cárdenas, un hombre probo. Son muchas las imágenes que vienen a mí al pensar en él y en su forma de ser y actuar ante la patria. Si algo me ensenó fue que la mayor virtud de un hombre es su reputación y su honradez. El teniente coronel Luis Vega Cárdenas era tachirense, fue un excelente conductor de tropas, como he dicho honesto a carta cabal, servicial, amigo y leal, cumplidor de sus deberes y obligaciones, pulcro en toda la extensión de la palabra. De él aprendimos la disciplina y el orden. Tengo entendido que fue un padre cabal. En nuestro Estado Táchira cumplió la tarea de ser Gobernador en momentos que la patria así lo requirió.
Hay una historia de su honestidad que trascendieron las paredes de Villa Zoila, en una ocasión el oficial encargado de la Administración de la escuela le manifestó: «Mi comandante, de la partida para mantenimiento de los jardines sobró dinero, ¿Qué hago con él?» La respuesta no se hizo esperar: «De ninguna partida debe sobrar ni faltar nada, si sobró algo, gástelo en fertilizantes para los jardines y recuerde que aquí no debe sobrar nada y si sobra es por mala administración».
El teniente coronel Vega Cárdenas era un hombre dado al transporte público, un día uno de los alumnos le pregunto: «Mi comandante, ¿por qué no utiliza el automóvil de la escuela para ir y venir de su casa?» A lo que respondió: «Porque ese automóvil es para uso oficial y no particular, lo utilizo sólo para llevar las novedades ocurridas al Ministerio de Guerra y Marina, y al Ministerio de Relaciones Interiores».
Regrese a Villa Zoila el día pautado para recoger el calendario de ingreso y las pertenencias necesarias. Por esos días se celebró un gran mitin en el parque Los Caobos, convocado por los partidos políticos con el objetivo de protesta ante el Presidente Medina Angarita.
El teniente (Ej.) José León Rangel Barrientos recibe a los aspirantes del sexto curso de guardias nacionales.
Llegó por fin el día esperado para ingresar en definitivo a Villa Zoila, la mañana del domingo 17 de enero de 1943. Cada uno de los seleccionados, incluyéndome, llegó con su maletica. Nos reunieron en el patio, nos dividieron en dos secciones, yo quedé en la primera comandados por el teniente José León Rangel Barrientos, y el segundo grupo quedó bajo la dirección del sub-teniente Raúl Oviedo Rojas. Nos llevaron a los dormitorios para asignarnos cama y locker, de inmediato nos pusimos a tender la cama asignada y organizar la ropa y demás artículos personales, porque luego pasaría el oficial de día revisando todo, después fuimos al comedor para el almuerzo, el llamado era mediante un timbre, allí nos asignaron también un puesto y para sorpresa mía fui asignado como «comandante de mesa». Ese día aprovechamos para conocer mejor al grupo e iniciar amistades, muchas de ellas se harían eternas. Prosiguió a continuación la formación en el patio para hacernos entrega del uniforme de diario.
Al siguiente día nos levantaron a las cinco de la madrugada con el sonido del timbre, procedíamos de inmediato a levantarnos, arreglar dormitorio, vestirnos muy rápido, pasar a los baños para el aseo diario y salir de inmediato al patio que estaba enfrente del comedor, hacíamos la formación y recibíamos la orden de pasar al comedor a tomarnos un café y bajar de inmediato al patio de ejercicios, agrupados de acuerdo a la sección correspondiente. Terminado el tiempo del ejercicio, pasábamos a bañarnos, luego a formar para ir a desayunar.
La formación para asistir a clases era muy disciplinada, ¡Claro, como todo en Villa Zoila! Todo era muy cronometrado, la más mínima demora ocasionaba una nota, que luego el Comandante de la compañía, capitán Manuel Ojeda Guía decidía si era calificada para un arresto u otra sanción.
La Escuela que yo viví estaba estructurada bajó la dirección del teniente coronel Luis Alfonso Vega Cárdenas, el comandante de la compañía, como he señalado, por el capitán Manuel Ojeda Guía, el comandante de la primera sección el teniente José León Rangel Barrientos, y el segundo por el sub-teniente Raúl Oviedo Rojas, el comandante del curso de Investigación el sub-teniente Benjamín Maldonado, el médico Roberto Baptista, el odontólogo Enrique Mejía y el enfermero Capriles Díaz, a quien apodaban «Carretilla».
Como he señalado nuestro Curso fue compuesto por 50 compañeros, más un súper numerario de apellido Pérez Avilán, «súper numérico» era algo así como un alumno oyente. En los primeros días de ingresados nos iban mandando a la barbería que funcionaba donde era la capilla oficial de la familia presidencial Castro-Martínez, de allí salíamos con el corte militar, aún recuerdo a Juaquín Torres Castillo que salió de la barbería como un puercoespín porque tenía el cabello muy liso y al cortarlo le quedó parado. A la semana vino el sastre Urdaneta a tomarnos las medidas para hacer los uniformes de gala y también vino el fotógrafo Moscoso para tomar la foto de cada uno que iría a formar el expediente de cada alumno.
Alumno Rafael Enrique Ojeda Camperos.
Diploma de graduando de Rafael Ojeda Camperos
del sexto curso de guardias nacionales.
La clase comenzaba a las ocho de la mañana, la primera clase que recibimos fue de Infantería, el profesor era el capitán Luis Felipe Llovera Páez, gran conocedor de la materia, ya lo conocíamos por las referencias que nos habían dado los alumnos salientes y por ende sabíamos que era muy exigente, al llegar a la clase ese primer día lo saludamos de pie como era costumbre. Nos ordenó sentarnos y después que nos presentamos, hizo la pregunta a José Rosario Carrasquero: «¿Qué es la Infantería?» Y como no sabía una definición exacta, trató de explicarla con sus propias palabras diciendo: «…infantería es el personal que se va desplazando por los campos o emplanadas». El Capitán lo interrumpe y le dice: «Usted es medio poeta y medio joya, le voy a colocar aquí en la hoja de asistencia una crucecita para tenerlo pendiente para que no salga los domingos». Esa fue la primera impresión que obtuvimos de él, después me hizo la misma pregunta a mí, afortunadamente yo me había leído los apuntes que me habían dado los del curso anterior y más o menos di una respuesta. El capitán Llovera Páez no quedó conforme tampoco y empezó a regañarnos y nos dijo que no servíamos para nada, que estábamos allí sólo para que el Estado nos mantuviera. Ese fue el inicio de mi primer día de clase, al lunes siguiente al volver a encontrarnos con el Capitán nos dijo: «Deben estar alegres, ya ustedes deben de saber que no les voy a dar más clases porque me voy hacer un curso de Estado Mayor en Lima, pero ustedes no saben ni donde queda eso». Confieso que nos alegramos mucho, no porque el fuera a su curso, sino porque nos librábamos del capitán Llovera Páez. Lo reemplazó el sub-teniente Raúl Oviedo Rojas, Alférez Mayor de la promoción Simón Bolívar, persona muy inteligente, exigente pero de trato diferente, nos estimuló bastante en el estudio de la Infantería porque el sostenía como Napoleón Bonaparte que la Infantería era la reina de las batallas.
Otras de las materias nuevas para nosotros era la dactiloscopia, el profesor era el español don Rafael Martín Cabanillas, que había venido con la misión española, pero no pertenecía a la Guardia Civil Española. El profesor Cabanillas pertenecía a la Policía Secreta Española, él se ganó nuestro respeto por su personalidad, caballerosidad y su gran conocimiento sobre la materia, al punto que un alumno suyo del primer curso de Investigación, el doctor José Roberto Vivas, junto con Hernán Suárez Mantilla, tachirenses los dos, crearon la clave mixta de dactiloscopia, adoptada oficialmente en Venezuela el 13 de noviembre de 1941 y hasta hoy día aún se aplica en la identificación de personas.
Las otras materias que estudiamos fueron: Servicios Internos en Guarnición con el profesor teniente Benjamín Maldonado; Armamento con el profesor sub-teniente Raúl Rosales; Topografía con el capitán Manuel Ojeda; Transmisiones con el sub-teniente Ramón Clemente Morales; Telegrafía con don Aníbal Velazco; Legislación Aduanera con el doctor Ramírez Villamediana; Inglés con el profesor Burgos; Medicina legal con el doctor Roberto Batista; Historia y Geografía con el teniente Lesme Gómez; Derecho con el doctor Luis Alberto Celis; Técnica Judicial con el profesor Álvarez de Lugo, compañero de Cabanillas que había reemplazado al comisario general don Gregorio Rajal Novella; Boxeo con el profesor Quintero; Tiro con Federico Courtois; Motociclismo con el teniente De la Rosa Alzuate; Jiu-jitsu con el profesor Octaviano Escardino; Balística y Explosivos con el capitán Simón Arenas Revenga.
Los ejercicios de orden cerrado los practicábamos en el patio de ejercicios, antes del desayuno, allí aprendimos a pararnos firmes, a saludar, marchar y gimnasia en general; algunos de mis condiscípulos venían de la escuela de La Grita, por eso servían como monitores en las clases de ejercicio, estos alumnos eran: Alejandro Rojas Durán, Tobías Zambrano, Mauro Carrero Berti y Antonio Varela. Santana Osorio por su parte venía del cuartel.
Una mañana haciendo ejercicio de orden cerrado, el capitán Ojeda Guía ordenó a Antonio Varela que pasara al frente e hiciera una demostración de saludo, él se puso nervioso, se paró firme y al saludar lo hizo con la mano izquierda lo cual nos causó risas entreveladas, y con eso perdió su categoría de monitor, igual sucedió con Carrero Berti que al ser llamado por el Capitán inicio su salida con el pie derecho, cuando lo correcto era salir con el pie izquierdo.
Días más tarde Alejandro Rojas sería ascendido a brigadier mayor y por lo tanto pasó a ser el Comandante de los cursos de Guardia y de Investigación. Santana Osorio ascendió a sub-brigadier y remplazó en la sección 1º. Asimismo Tobías Zambrano que también ascendió a sub-brigadier reemplazante en la segunda sección. Un grupo de ocho fuimos ascendidos a distinguidos. A los días siguientes nos hicieron entrega de los fusiles y un morral con el equipo completo.
Desde nuestro ingreso no tuvimos salida hasta el mes de abril, cuando vestidos de gala marchamos en formación hasta el Capitolio Nacional a rendir honores al presidente Medina Angarita.
Todos los alumnos hacíamos guardias diurnas y nocturnas y todas las tardes a eso de las seis nos reunían en formación en el patio y el furriel Reymy Ávila leía la hoja de servicio del siguiente día, en esta hoja de servicio estaban indicadas todas las actividades a realizar tanto por los alumnos como por los oficiales y la firmaba el Capitán. Las guardias eran de Dirección, de la entrada de la Escuela, de clase de servicio, esta consistía en el recorrido por los diferentes sitios de Villa Zoila, estas guardias eran de día, de noche se hacían rondas. La ronda consistía en revisar los puestos de guardia y el ayudante se llamaba el rondín; guardia de entrada y de dormitorios. Las guardias nocturnas empezaban a las nueve y se hacía cambio cada dos horas, la última correspondía de tres a cinco, a quien le tocaba esta última tenía que continuar su día normal, él de esta ronda era el encargado de levantar los empleados de la cocina a las cuatro de la mañana. A mí me correspondió por lo regular la guardia de dirección y por la noche hacía la ronda. Cada mes se efectuaba una revista de Comisario, asignaban para esta a un Oficial Superior para que hiciera la evaluación del funcionamiento de actividades militares y administrativas.
En mayo llegó de visita a Venezuela el general Peñaranda, presidente de Bolivia, fuimos a rendirle homenaje en el Congreso Nacional porque fue recibido por los congresantes, en esa oportunidad me correspondió colocarme en la puerta de entrada del Salón Elíptico.
El 24 de junio, día del Ejercito, presentamos una revista militar en el Estadium Nacional con asistencia de Higinio Moriñingo, presidente de Paraguay, en esa revista se incluía gimnasia, tiro, saltos paralelos, argollas, Jiu-jitsu, defensa personal, motociclismo, en fin, fue una revista muy completa, además actuaban las cuatro fuerzas, ese día fue condecorada la bandera de la Escuela en el grado de Comendador, el abanderado fue Nicanor Santamaría Torres, al terminar la presentación nos dirigimos marchando al Panteón Nacional para rendir honores al Libertador.
El 17 de julio el general Medina Angarita viajó a los países bolivarianos y a su regreso fuimos a recibirle en el Estadium Nacional, allí le rendimos honores militares, igual hicimos cuando regresó de su viaje a los Estados Unidos.
1943, fue un año de muchas emociones buenas y malas porque lamentablemente murieron dos compañeros, uno del curso de Investigación y otro de la Guardia, todos los alumnos y oficiales estuvimos presentes en el entierro con asistencia del Presidente de la República.
El tiempo transcurre rápido y vamos acercándonos a los exámenes finales, estos, todos eran orales y los examinadores eran los profesores de la escuela y los profesores oficiales de otros institutos militares, ese año el Instructor General del Ejercito teniente coronel Chávez Tafur fue el examinador en la materia de Infantería. Entre tanto íbamos a practicar la revista de fin de curso que se presentaría el 19 de diciembre, ese mismo día se prestaba juramento ante la bandera y se hacía entrega de diplomas de manos del general Medina Angarita, en un acto muy protocolar, allí estaba presente también el gabinete en pleno y las autoridades militares, familiares y amigos de los graduandos, la prensa nacional reseñaba la revista y la filmaba Bolívar Films. La calidad y variedad del acto eran muy notorios, porque no sólo era gimnasia sino sobre todo las prácticas militares, como disparar al blanco desde una motocicleta o un automóvil en movimiento o disparar hacia atrás guiándonos por un espejo que teníamos delante de nosotros, hacer la cruz en argollas, salto con trampolín, se atravesaban dos carros y se saltaba sobre ellos para caer al otro lado de los carros.
El presidente Medina durante el acto oficial.
Desfile del sexto curso de la Guardia Nacional.
La revista fue dirigida por el teniente José León Rangel Barrientos, porque el capitán Ojeda Guía que era el encargado de dirigirla fue enviado a Panamá a realizar un curso en la Escuela de las Américas. Al finalizar la revista todos los presentes entraron a la Escuela para un brindis que se otorgó en honor a los graduandos.
Diario El Nacional donde reseña actos del sexto curso de la Guardia Nacional.
La revista ELITE también reseño al sexto curso de la Guardia Nacional.
Algunos días después se celebró el baile de gala en la misma sede de Villa Zoila, también en esta ocasión nos acompañó el señor Presidente de la República, a este baile se asistía en esmoquin y los militares en uniformes de gala, la orquesta que acompañó aquella velada fue la Billo´s Caracas Boys, la entrada era mediante una tarjeta, tanto para el baile como la revista.
En ese diciembre nos dividieron en dos grupos para salir e ir a visitar a nuestras familias, el primer grupo salió el 23 de diciembre para regresar el 28 y harían la guardia del 31 de diciembre, el segundo grupo nos correspondió salir el 29 de diciembre y regresar el 2 de enero, por la distancia a mí se me hacía imposible volver a Rubio por lo que baje a La Guaira para conocer el mar, porque sólo lo había visto de lejos.
Al regresar a la Escuela a las ocho de la noche del día 2 de enero, nos hicieron hacer formación y nos dijeron el lugar donde habíamos sido destinados y la salida sería a las cinco de la madrugada del siguiente día. Fui destinado junto a otros compañeros a la ciudad de Maracaibo, entre ellos Manuel Gutiérrez, Melquiades Figueredo y Francisco Blanco.
Salimos hacia nuestro destino, la ciudad marabina, una de las paradas del autobús que nos llevaba fue en Mene Grande, allí vi los campos petroleros por un instante sentí nostalgia al recordar mi amado Rubio y el campo de La Alquitrana. Continuamos la marcha y el conductor paraba con regularidad para mojar los cauchos para evitar el recalentamiento y evitar que estallaran pues había escasez de cauchos debido a la guerra, al llegar a la nueva parada tomamos el ferry en el lago de Maracaibo, al otro lado nos esperaba el teniente Pablo Raúl Guerrero para llevarnos al comando de la Guardia que estaba en Los Atícos. Allí esperamos por las nuevas órdenes, como a los tres días el Comandante de la Guardia en el Estado Zulia vino a conocernos, nos explicó lo delicado de nuestra misión, porque estaríamos en una zona de alto riesgo ya que ese era un sitio estratégico por el petróleo, además fronteriza con Colombia y como si fuera poco nos arropaba la sombra de la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la charla el teniente Guerrero leyó las asignaciones y destino de cada uno, unos fueron enviados a los campos petroleros de Mene Grande, Lagunillas, Cabimas, Tiajuana, Ciudad Ojeda. En el comando dejaron a Francisco Blanco. Al terminar las asignaciones y en vista de que yo no había sido asignado me quedé sorprendido al ver que todos tenían ya una ruta menos yo, mi mente voló en esos instantes para mi eternos y pensé: «¡Qué broma seguro me mandan para Boburito!». Boburito era una isla del lago, cercana al puerto de Bobures, aquella era una zona muy inhóspita, todos le tenían temor a ese puesto porque el que iba allí se enfermaba, por lo tanto yo estaba en espera de lo peor, en eso el teniente Guerrero me pregunta:
— Ojeda, ¿de dónde es usted?
Le respondí:
— Del Táchira mi Teniente.
— ¿Cómo se llama su papá?
— Juan Ojeda, mi Teniente.
— ¡Aja! Yo conozco a su papá. Usted se queda aquí en el Comando.
Los compañeros salieron de inmediato a preparar su maleta para partir al puesto asignado, a Blanco y a mí nos entregaron uniformes y armamento y nos asignaron guardias tanto en el Comando como en los transformadores en la Planta Eléctrica. Esa guardia, tanto la diurna como la nocturna era muy fuerte, en la noche recibíamos el turno a las siete, el encargado de los transformadores cerraba con llave y se iba, de manera que uno quedaba encerrado allí, sólo a través de la reja se podía ver hacia el exterior, algunas veces pasaban las goajiras y se paraban a hablar, me ofrecían café o si quería algo, pero yo no les recibía nada, las goajiras jóvenes eran muy efusivas. En este puesto de la Planta Eléctrica cuando llovía, tal vez por la humedad del piso se trasmitía electricidad, era una sensación de corriente en los pies. Cuando regresábamos al Comando dábamos clases a los guardias que no eran de la Escuela. Otra guardia se hacía en los tanques de petróleo de Sabaneta, esa guardia era compartida con los soldados, los turnos eran de dos horas. También hice guardia en la orilla del Lago, llevábamos una cama portátil y la almohada era el fusil, ésta guardia también era compartida con los soldados.
En la oficina de correo hice guardia diurna. La guardia del comando era todo el día, sólo teníamos relevo para las horas de la comida; la guardia nocturna era de dos horas. La primera quincena de pago la recibí en Maracaibo, noventa bolívares quincenales, porque nos rebajaron el sueldo de 240 Bs. a 180 Bs. mensual, debido a la guerra. Recibí mi sueldo y de inmediato hice un giro postal de 30 Bs. para la casa, otros 30 Bs. pagaba en comida y me quedaban 30 Bs. para gastos personales, desde ese momento nunca dejé de girarles mensualmente a mis padres.
Una tarde fuimos llamados Blanco y yo al despacho del coronel Gutiérrez, después de saludarlo nos informó que había llegado una orden de Caracas de la Comandancia General, que deberíamos presentarnos en la Escuela del Servicio Nacional de Seguridad en Villa Zoila y que el teniente Guerrero se encargaría todo lo relacionado con el viaje que sería a primera hora del día siguiente, de inmediato hicimos entrega del armamento y en la mañana antes de salir entregaríamos todo en el dormitorio, esa noche comentamos con los otros compañeros nuestro traslado, no sabíamos el porqué de esto. A las cinco de la madrugada salimos al muelle, allí la sorpresa fue que nos encontramos con otros compañeros que también habían venido con nosotros a Maracaibo, ellos estaban igual de intrigados ya que tampoco sabían por qué ni a qué íbamos a Caracas, y los pobres compañeros que venían de La Goajira llegaron melenudos y con los mismos uniformes que vinieron de Caracas y hasta mezclaban en su léxico palabras goajiras, tomamos el ferry y de allí al autobús de la Autopista Regional del Centro. En el trayecto compartimos las vivencias experimentadas durante el tiempo de estadía en el Zulia.
Al llegar a mi amada Villa Zoila nos recibió el coronel Vega Cárdenas y el capitán Ojeda Guía que ya había regresado de Panamá y otros oficiales de planta, nos ordenaron formar. En ello tomó la palabra el coronel Vega Cárdenas y lo primero que hizo fue preguntar el por qué venían algunos con el cabello largo y con los uniformes tan mal presentados, ellos le respondieron que venían de La Goajira y que en el tiempo que estuvieron allá no habían recibido dotación, él exclamo: ¡Eso ustedes no se lo merecen, ya averiguare que paso!, y continuó: «El señor Presidente ha decidido que los alumnos del sexto curso de la Guardia Nacional que obtuvieron los quince primeros puestos pasen a integrar el primer curso de Inteligencia Militar que se dictara acá, el cual será dirigido por un agente del Federal Bureau of Investigations (FBI), su nombre Richard Ray». Allí nos explicó que estaríamos en comisión y por lo tanto continuaríamos percibiendo el mismo sueldo. Esa noche el capitán Ojeda Guía nos dio pernocta porque aún no estaban listos los dormitorios, yo me fui con Luis Eduardo Angulo al hotel Cervantes ubicado de Pulceres a Escalinatas.
Al siguiente día, en Villa Zoila, hicimos la formación correspondiente para esperar al teniente Azael Rangel Rojas que era el Comandante del curso de Investigación y también había sido designado Comandante del curso de Inteligencia, él nos llevó a los dormitorios y luego al salón de clases. De ahí continuamos la rutina militar, lo diferente sería el curso, en ese momento pensé en hablar con el coronel Vega Cárdenas para decirle que yo no quería hacer ese curso de inteligencia, que mi intención y deseo era continuar en la Guardia, pero sentí temor, me arrope en el silencio al creer que el coronel lo pudiera tomar como un acto de indisciplina.
Sentados de izquierda-derecha: Sub-teniente Azael Rangel Rojas, Comandante del Curso; coronel Luis Vega Cárdenas, Director de la Escuela; capitán Manuel Ojeda Guía, Comandante de la Compañía de Alumnos. De pie, izquierda-derecha: Julio Rafael Esteva, Rafael Enrique Ojeda Camperos, Tobías Zambrano, Francisco José Blanco, Francisco Gil Colmenares, José Reiny Ávila, Alejandro Rojas Durán, Manuel Gutiérrez, Luis Eduardo Angulo, Melquiades Figueredo, Ramón Ángel Escalona, Manuel Ramón Romero, José Andrés Liendo, Mario Marín y Víctor Julio Tagliaferro.
Ese año continuamos con la práctica militar de orden cerrado y atletismo, pero la mayor parte de materias eran civiles: Taquigrafía, Mecanografía, Balística, Laboratorio, Fotografía, Técnica Policial, Inglés, Criptografía y Grafotécnica. Se profundizó en el estudio de Dactiloscopia, Tiro y Defensa Personal y las prácticas de laboratorio, fotografía y elaboración de cédulas de identidad, estas prácticas las realizábamos los días sábados en la mañana, en una de ellas me tocó elaborar mi propia cédula de identidad y por eso en la fotografía aparecía uniformado, eran los inicios de la cedulación en Venezuela, me correspondió la serie 20.671. Las primeras cédulas de identidad eran un librito tan completo que tenía la foto, impresión, datos personales, la dirección, número de inscripción militar y el número de registro electoral. Las materias dictadas por el director civil del curso mister Richard Ray eran espionaje y contraespionaje, explicándonos como actuaba la quinta columna alemana en la Guerra. El primer curso de inteligencia estuvo integrado por: Luis Eduardo Angulo, José Reiny Ávila, Francisco José Blanco, Ramón Ángel Escalona, Julio Rafael Esteva, Melquiades Figueredo, Francisco Gil Colmenares, Manuel Gutiérrez, José Andrés Liendo, Mario Marín, Rafael Enrique Ojeda Camperos, Manuel Ramón Romero, Alejandro Rojas Durán, Víctor Julio Tagliaferro y Tobías Zambrano.
Estas vivencias y experiencias están siendo plasmadas con más detalle en mis memorias, que relataran parte de la historia contemporánea de Venezuela de la que fui testigo entre 1943 a 1969, recalcando la verdad de los hechos y que seguro estoy causará polémica al salir a la luz pública.
CONDECORACIONES Y MENCIONES RECIBIDAS:
- Reconocimiento Post-Mortem otorgado por el Centro Nacional de Historia Centro Correspondiente Táchira. 12 de Agosto 2016.
- Botón Honor al Mérito otorgado por el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Región Estratégica de Defensa Integral Los Andes. 19 de Junio de 2015.
- Reconocimiento otorgado por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT). 8 de Marzo de 2013.
- Reconocimiento otorgado por el Banco Sofitasa. 15 de enero de 2013.
- Honor al Mérito como presidente honorario de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela. Noviembre 2012.
- Condecoración Orden Gran Cruz del Táchira. Consejo Legislativo del Estado Táchira. 26 de Julio 2012.
- Botón Honor al Mérito «Marcelino Bueno». Consejo Legislativo de Puerto Ayacucho, Amazonas. 5 de Mayo de 2012.
- Reconocimiento otorgado por la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela. Caracas 30 de Octubre 2012.
- Botón Honor al Mérito de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela. 2010.
- Reconocimiento otorgado por la 2da. División de Infantería Ejército. 24 de Abril 2007.
- Botón de Honor otorgado por la 2da. División de Infantería Ejército. 30 de Enero de 2004.
- Orden «General Cipriano Castro» en su segunda clase otorgada por la Alcaldía del Municipio Libertador, Capacho. 13 de febrero de 2003.
- Reconocimiento otorgado por la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela. 30 de Noviembre de 2002.
- Botón Honor al Mérito en su única clase otorgado por el Comando Regional N° 1 de la Guardia Nacional de Venezuela. 4 de Agosto de 2001.
- Honor al Mérito CORE 1. San Cristóbal año 2000.
- Medalla Orden Municipal «La Restauradora» única clase. Capacho 23 de Mayo de 1999.
- Reconocimiento otorgado por la Alcaldía del Municipio Independencia y la Junta Restauradora 100. Independencia Capacho. 23 de Mayo de 1999.
- Botón, escudo de la ciudad. Libertad, Capacho. 27 de Julio de 1999.
- Reconocimiento otorgado por la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela. 26 de Noviembre 1997.
- Medalla de Honor al Mérito. Ministerio de la Defensa (GN) en su única clase. San Cristóbal Estado Táchira. 2 de Diciembre de 1997.
- Insignia Honor al Mérito (Villa Zoila) Museo Histórico Militar. GN. Caracas. 17 de Abril 1996.
- Botón Honor al Mérito otorgado por el Comando Regional N° 1 con motivo de la LVII aniversario de la Creación de la Guardia Nacional de Venezuela. 3 de Agosto 1994.
- Botón Honor al Mérito, Comando Regional Número 12 GN. Julio 1992.
- Reconocimiento otorgado por la Fundación de Tachirenses en Caracas (FUNTACA). Agosto 1987.